Una mirada a la historia de las relaciones bilaterales España- China en su 50 aniversario
Actualizado: 16 ene
Por Sandra Ramos Martínez*, miembro del Comité Académico del Claustro Júnior de Cátedra China.
Artículo publicado en el Nº 13 de la Revista Cultural sobre China: Bambú, Dragones y Tinta, en marzo de 2023.
2023 es un año importante para la diplomacia hispano-china puesto que se cumplen cincuenta años de relaciones bilaterales. Aunque las actuales relaciones entre el Gobierno de España y la República Popular China son estables, con perspectivas de mantenerse en el futuro, ambas naciones tuvieron primeros encuentros comerciales y culturales que suelen pasar desapercibidos. ¿Cuál es su historia y cuál fue el contexto histórico y político en el que se establecieron? ¿Qué se puede extraer de este 50 aniversario?
Introducción. Primeros acercamientos entre España y China
En el presente año, 2023, se cumplen cincuenta años desde el establecimiento formal de relaciones diplomáticas entre la República Popular China y el Gobierno de España. Se trata de un año clave en política exterior de ambas naciones, puesto que no todos los años se celebran cincuenta años de amistad y de pasado compartido entre dos naciones tan diferentes entre sí y tan lejanas geográficamente.
Las relaciones de España con China, desde sus inicios, han sido movidas por intereses culturales pero, sobre todo, comerciales, y este es un elemento clave que diferencia las acciones del eximperio español (actual Gobierno de España) de China.
Mientras numerosos países europeos sometían a China a un colonialismo severo, o incluso a tratados forzosos como el Tratado de Nankín o las famosas dos Guerras del Opio, España se interesaba en, por aquel entonces, desconocido país asiático, mediante acciones comerciales como el conocido Galeón de Manila (puesto que España había conquistado Filipinas y Taiwán en el siglo XVII).[1]
Misioneros jesuitas y la ‘nación del centro’
En el ámbito cultural, religioso y lingüístico, cabe destacar la acción de los misioneros jesuitas que viajaron en rutas de evangelización hasta China, destinados a las misiones de predicación religiosa en Oriente y que consiguieron acercar posturas conjuntas entre dos países que, por cultura y lejanía geográfica, no tenían absolutamente nada en común. Muchos estudiosos los califican como ‘aquellos que consiguieron hacer que se formase un interés recíproco’ o los ‘primeros globalizadores entre oriente y occidente’.
En el caso de los misioneros, es necesario describir la figura clave del jesuita de Valdemoro, Diego de Pantoja, que navegó en el año 1597 hasta Macao y comenzó a adentrarse en la cultura china del confucianismo, convirtiéndose en uno de los misioneros que más confianza consiguió obtener de las dinastías chinas y fue bautizado en China como Pang Ti-uo 龐迪我.[2]
Imagen sobre los misioneros jesuitas Mateo Ricci y Diego de Pantoja. (Terceros).
Consiguió llegar a Pekín, la capital imperial, como meta final de la expedición cristiana y, junto al padre Mateo Ricci, realizaron una labor de difusión de conocimiento y cultura china en España muy notable, así como una relevante labor de evangelización en China, a la vez que continuaban aprendiendo cultura y lenguaje chino durante sus estancias en el país asiático.
En este caso, cabe destacar que, en aquella época y hasta finales del siglo XX, China ha sido una nación sometida a un aislamiento con respecto a la transmisión de información al exterior. De hecho, sus propias relaciones internacionales y concepciones sobre el mundo les situaban a sí mismos como ‘la nación del centro’, considerando al resto de civilizaciones como ‘bárbaros’. Dicha concepción de mantuvo durante las dinastías más importantes hasta la proclamación de la República Popular China en el año 1949. A este concepto, en chino y en pinyin[3], se le conoce como: 中国 (Zhōngguó).
Aunque el aislacionismo es un elemento del pasado, puesto que la R.P. China es actualmente uno de los principales motores de la economía mundial, el concepto de ‘nación del centro’ y el pasado aislacionista siguen caracterizando en mayor o menor medida su propia política exterior, pudiéndose comprobar en uno de sus pilares de política exterior, basado en la no injerencia en asuntos internos del país.
El acercamiento entre España y China en el siglo XX
Sin embargo, las relaciones sino-españolas no se remontan a épocas tan lejanas en la historia como las aventuras de los misioneros evangelizadores en China. En este caso, cuando se proclamó la República de China en el año 1912, liderada por el nacionalismo chino (y tras la caída de la última dinastía, Qing), ambos países suscribieron un tratado de amistad y comercio conjunto que perduró décadas, hasta el año 1953.[4] Durante las décadas de 1930 y 1940, España se encontraba en un período convulso marcado por la proclamación de la segunda República y, durante la Guerra Civil española, comunistas chinos se sumaron a la iniciativa de las Brigadas Internacionales para luchar en favor de la República española. Teniendo en cuenta este período convulso, las relaciones bilaterales entre la República de China y el vencedor de la Guerra Civil, el Bando Nacional de Francisco Franco, no se normalizaron hasta el año 1941, que fue cuando ambas naciones se reconocieron diplomáticamente. Cabe destacar cómo ambos gobiernos compartían ideales en conjunto, como las ideologías nacionalistas que aplicaban en ambos países.[5]
Sin embargo, la situación comenzó a torcerse cuando, tras la Guerra Civil China, que enfrentó al Partido Nacionalista Chino (Kuomintang) de Chiang-Kai Shek y al Partido Comunista Chino (PCCh) de Mao Tse-Tung, los comunistas chinos se alzaron con la victoria, proclamando el 1 de octubre de 1949 la República Popular China.
Pintura que retrata el período de Guerra Civil china (1927 – 1949). Autor: Zhang Wenxin.
En aquel momento, el Kuomintang, con su líder Chiang-Kai Shek, tuvieron que abandonar China continental para exiliarse en la Isla de Taiwán, actual foco de conflicto entre China y el sistema internacional occidental.
Desde entonces, el mapa internacional quedaba en una gran encrucijada, pues existía una lucha entre la República Popular China y la República de China (Taiwán) por el reconocimiento internacional ante organismos clave como Naciones Unidas.
En este caso, con la llegada del comunismo y la Guerra Fría, la expansión de dicha ideología, contraria a los principios franquistas, suscitó gran preocupación en España. Por lo tanto, el contexto de bipolaridad y la lucha contra la expansión del comunismo también se pudo apreciar en España, donde se alimentó la lucha anticomunista en Madrid y también en la propia capital de Taiwán, Taipéi.
Discurso de Mao Zedong durante la proclamación de la República Popular China el 1 de octubre de 1949. (Terceros).
Las relaciones entre Chiang-Kai Shek y Franco, durante esta etapa, fueron un elemento clave para posicionar a España como un actor internacional relevante, puesto que había sido descartado para formar parte de Naciones Unidas (debido a la dictadura de Francisco Franco) y, gracias al apoyo de la República de China, España pudo ingresar a dicha organización como miembro de pleno derecho en 1955 (teniendo en cuenta el proceso de normalización de relaciones bilaterales de España con los Estados Unidos de Eisenhower).[6]
Sin embargo, las relaciones entre Taipéi y Madrid no fueron tan duraderas como se esperaba, puesto que el panorama internacional marcado por la Guerra Fría contribuyó a acelerar cambios y procesos en las relaciones internacionales. Las tensiones sino-soviéticas por la discordancia entre los principios e ideologías que, a comienzos de la Guerra Fría, les unían y la diplomacia de acercamiento a China del estadounidense Henry Kissinger, propiciaron que España se sumase a la iniciativa de acercarse a Pekín.
El papel de la Resolución 2758 (XXVI) de la Asamblea General de las Naciones Unidas
Por lo tanto, es más que interesante comprobar cómo España, después de haber mantenido una estrecha relación con la china nacionalista, decidió acercarse a la china comunista de Mao.
Teniendo en cuenta la importancia del cambio de paradigma internacional, también es necesario comprender la importancia de las resoluciones que se votaban en la Asamblea General de la ONU, puesto que contribuían a configurar el mapa de poder internacional, y una de las resoluciones más relevantes en la cuestión de la ‘China legítima’, fue la Resolución 2758.
Dado que un país (según los principios básicos en relaciones internacionales), para ser considerado legítimo en el sistema internacional, necesita reconocimiento por parte de otros actores estatales, la R.P. China de Mao necesitaba terminar de consolidar su poder internacional destronando a Taiwán como la ‘única China existente y reconocida’. Es por esto por lo que la Resolución 2758 (XXVI) de la Asamblea General de las Naciones Unidas adquiere un papel fundamental que ayuda a comprender cómo algunos países votaron a favor para reconocer a la República Popular de China como la ‘China legítima’ y, sobre todo, reorientaron su política exterior hacia la República Popular China.
Dicha resolución se remonta al 25 de octubre de 1971, cuando, durante la 1976ª sesión plenaria de la Asamblea General de Naciones Unidas, sus miembros se reunieron para discutir sobre la propuesta presentada el 15 de julio de 1971 por 17 países, basada en la "Restitución de los legítimos derechos de la República Popular de China en las Naciones Unidas".[7] En dicha petición, los diecisiete estados alegaron que la República Popular China fue un miembro fundador de las Naciones Unidas y miembro permanente del Consejo de Seguridad. Sin embargo, se veía privada desde 1949, por maniobras sistemáticas, de la posibilidad de ocupar el puesto que le confería pleno derecho.[8]
Esta iniciativa se puso en marcha cuando se presentó el 25 de septiembre de 1971 a la Asamblea General un proyecto de resolución patrocinado por 23 Estados. El proyecto se basaba en lograr que la Asamblea General restituyera a la República Popular de China como miembro de pleno derecho y, en consecuencia, se expulsase definitivamente a los representantes de Chiang Kai-Shek.[9]
El 29 de septiembre de 1971 fue sometido a consideración y, finalmente, la Asamblea General aprobó el proyecto de resolución (A/L.630 y Add. 1 y 2) con una votación nominal por 76 votos contra 35 y 17 abstenciones, pasando a denominarse como la Resolución 2758 (XXVI).[10] Finalmente, los derechos legítimos de la R.P. China fueron restituidos, instando a la República de China de Chiang- Kai Shek a Abandonar el puesto que ocupaban ilegalmente en la ONU.
La representación de la República Popular de China en la ONU celebra su victoria en la Resolución 2758 (XXVI) de la Asamblea General de Naciones Unidas. Fuente: CGTN.
Este hecho supuso un hito en política exterior para China, puesto que la propia ONU expresó que ‘’Reconociendo que los representantes del Gobierno de la República Popular de China son los únicos representantes legítimos de China en las Naciones Unidas, y que la República Popular de China es uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, decide restituir a la República Popular de China todos sus derechos y reconocer a los representantes de su Gobierno como únicos representantes legítimos de China en las Naciones Unidas, así como expulsar inmediatamente a los representantes de Chiang Kai-Shek del puesto que ocupan ilegalmente en las Naciones Unidas y en todos los organismos con ellas relacionados.’’[11]
España, en su situación, se abstuvo de la votación dado que todavía mantenía cierto contacto con la china nacionalista, sin embargo, supo reorientar su política exterior, dejando atrás su pasado con Taiwán para construir un futuro con la República Popular China.
Establecimiento oficial de relaciones diplomáticas
Teniendo en cuenta la abstención de España en la votación de la resolución 2758 (XXVI) de la Asamblea General de las Naciones Unidas por su pasado con Taiwán, cabe destacar cómo, finalmente, España, supo cambiar su estrategia política y reconocer firmemente el ‘principio de una sola China’, dándole un voto de confianza a la República Popular China como forma de asentar las bases de una futura confianza política y diplomática.
Es así cuando, el 9 de marzo del año 1973, en París, los respectivos Embajadores, Pedro Cortina y Huang Chen, establecieron formalmente las relaciones diplomáticas oficiales entre la República Popular China y el Gobierno de España. En aquel momento, ambas naciones se encontraban atravesando un proceso de reformismo conjunto, pues el Dictador Francisco Franco había fallecido en el año 1975 y, a su vez, Mao Tse-Tung falleció un año después, en 1976.[12]
Embajadores Pedro Cortina (derecha) y Huang Chen (izquierda), se estrechan la mano como gesto formal de establecimiento de relaciones bilaterales. Fuente: Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, Gobierno de España.
Mientras España se sumía en un turbulento período de Transición hacia una democracia parlamentaria bajo el liderazgo monárquico del rey Juan Carlos I (actualmente rey emérito), la República Popular de China se encontraba en un momento de aperturismo económico al exterior y una superación de la ideología maoísta hacia una ‘política de puertas abiertas’, liderada por el expresidente Deng Xiaoping durante la década de 1980 con el objetivo de atraer inversión externa y fomentar el crecimiento económico.
Desde entonces, las relaciones entre China y España se han caracterizado por ser estables, a pesar de los cambios ideológicos de partido en España, y marcadas por una gran confianza política, puesto que España, como socio de China, es conocedor de los principios diplomáticos que China exige en su política exterior y evita no inmiscuirse en asuntos domésticos sensibles para China, como lo son Taiwán, los derechos humanos en Xinjiang o las protestas en Hong Kong. Sin desmarcarse de los intereses que mantiene con la OTAN o con la Unión Europea, España ha sabido posicionarse con un perfil bajo en las cuestiones que más preocupan a China, como lo son sus cuestiones de política doméstica.
Un ejemplo de la buena predisposición española con respecto a China fue los sucesos ocurridos en Tiananmén en 1989, cuando España supo mantener una política moderada, evitando que China volviese a su tradicional aislacionismo y evitando que se impusieran sanciones estrictas hacia el gigante asiático.
Plaza Tiananmén en Pekín, China, mayo 1989. Fuente: ©Hei Han Khiang
Eventos como las visitas de los ministros de Asuntos Exteriores españoles hacia China, el apoyo español al principio de ‘una sola China’ o las políticas moderadas en sucesos como el ocurrido en 1989 en Tiananmén, propiciaron que, desde aquel entonces hasta la actualidad, España sea considerado por China como un socio fiable.[13]
Las buenas relaciones se coronaron con las visitas oficiales del exrey de España, Juan Carlos I y su esposa, la Reina Consorte Sofía de Grecia a China en 1978 y 1995. Dichas visitas tuvieron un propósito doble: favorecer el intercambio cultural entre ambas naciones y, a nivel formal, demostrar bilateralmente el respeto mutuo entre ambos países y sus culturas.
Don Juan Carlos y doña Sofía pasean por la Ciudad Prohibida de Pekín (China), en su primera visita oficial. Fuente: Getty Images.
Relaciones bilaterales actuales
Actualmente, las relaciones entre China y España, con la importancia de la globalización, son muy marcadas por los intercambios comerciales, culturales y empresariales. China se ha convertido en una superpotencia comercial cuyo poder blando (soft-power) es la inversión en infraestructuras y empresas.
Los elementos catalizadores de las relaciones bilaterales actuales entre ambas naciones, además del gran elemento económico y el comercio internacional, son:
· Cultura y educación: mediante el establecimiento del Instituto Cervantes en las principales ciudades de China como Pekín y el Centro Cultural de China en Madrid (y en otras comunidades autónomas como Barcelona), como forma de exportar e intercambiar ambas culturas e idiomas, promoviendo el aprendizaje entre los estudiantes e interesados en profundizar sobre historia y cultura sino-española. También se otorgan becas desde ambos Ministerios de Educación, con el objetivo de fomentar intercambios universitarios o culturales entre ambos países.
· Asociaciones y fundaciones: creadas a raíz de la colaboración de personas españolas y chinas interesadas en ayudar a fortalecer la relación entre ambos países y promover eventos de intercambio cultural, político y lingüístico. En algunos casos existen asociaciones independientes, así como asociaciones adscritas a entidades políticas, como es el caso de Cátedra China o la Fundación Consejo España China, creada en el año 2004 y adscrita al Ministerio de Cultura de España.
· Rutas pertenecientes a la Franja y la Ruta, como el famoso ‘Tren de la Seda’ que conecta la ciudad china de Yiwu con la capital española, Madrid, y que supone un eje principal de comercio entre España y China, formando parte de la Nueva Ruta de la Seda, (que fue enunciada y puesta en marcha por Xi Jinping en el año 2013). Se trata de una de las rutas de tren más largas del mundo y una de las razones por las que España se implica en la Franja y la Ruta, aunque las posibilidades de aumentar su participación son exponenciales.
· Foro España- China, celebrado entre China y España desde el año 2003 y con el objetivo de servir de lugar de encuentro de la élite política, académica, empresarial y social de ambos países.[14]
· Asociación estratégica sino-española, que se firmó en el año 2005 con la visita del expresidente Hu Jintao a España y que contaba con la participación de otros países europeos como Italia.[15]
· Embajadas y consulados establecidos en ambas naciones, que juegan un papel fundamental a la hora de colaborar con asociaciones y empresas existentes en la promoción de las relaciones bilaterales y representan los intereses de ambos países fuera de sus fronteras. Además, se puede comprobar cómo, recientemente y en especial, la Embajada de la República Popular China en España, ubicada en Madrid, se ha involucrado en el ámbito cultural y político, invitando a instituciones españolas a seminarios y organizando eventos de carácter cultural, como la celebración del Año Nuevo Chino que tiene lugar cada año en el distrito madrileño de Usera.
Unas relaciones potencialmente mejorables
Por lo tanto, teniendo en cuenta el gran legado histórico que España comparte con China mediante las rutas comerciales o incluso la labor evangelizadora de los misioneros, cabe tener en cuenta que, si bien ambos países tienen buenas relaciones entre sí, marcadas por el eje comercial que comparten, todavía mantienen un potencial que es necesario explotar. Para ello, España necesita dar un paso más y posicionarse no solamente como un ‘socio fiable’, sino como un aliado clave en cuestiones de política externa y comercio internacional con China. España, por su situación geoestratégica, supone la entrada a diversos mercados y países, como la Unión Europea, la proyección de China hacia América Latina (debido a la cercanía cultural y lingüística que la nación mantiene con Latinoamérica); la expansión a los mercados africanos, como parte del interés de China en exportar su iniciativa de la Franja y la Ruta y, sobre todo, el acceso al Mar Mediterráneo y el Océano Atlántico.
Sin embargo, aunque las posibilidades de España con China son multitudinarias, también cabe tener en cuenta, de manera objetiva, las limitaciones que España mantiene con respecto a su política exterior, y es que, el hecho de pertenecer a la Unión Europea supone acatar, desde su propia estrategia, las políticas en materia de acción exterior de la UE. Lo mismo sucede con su pertenencia a la OTAN. En este caso, España se debe a las organizaciones internacionales y entidades supranacionales a las que pertenece, por ello, su rango de acción externa se ve limitado por las políticas conjuntas de la UE en materia de política exterior y, por parte de la OTAN, en materia de defensa colectiva.
Por otra parte y con perspectivas a futuro, si bien se puede extraer un claro balance positivo del cincuentenario de las relaciones diplomáticas entre ambos países, queda claro que, la posibilidad de dar un paso más allá que esté fuera del alcance de la comunidad internacional occidental será complicado para el país, teniendo en cuenta que las relaciones internacionales con el gigante chino se están complicando cada vez más, propiciándose más desconfianza en el ‘bloque occidental’ (liderado por los Estados Unidos y la UE) hacia las políticas restrictivas y autoritarias del gigante chino.
Fuentes:
[1] Ríos, X. (2019). Las relaciones entre España y China: ¿una nueva era? Comillas Journal of International Relations, 16, 102-117. https://doi.org/10.14422/cir.i16.y2019.008
[2] Mateos Bacas, F. (s. f.). «UN JESUITA EN LA CIUDAD PROHIBIDA: DIEGO DE PANTOJA (1571-1618)». Universidad Pontificia de Comillas. https://www.comillas.edu/es/noticias-biblioteca/17797-un-jesuita-en-la-ciudad-prohibida-diego-de-pantoja-1571-1618
[3] El pinyin es el sistema de transcripción oficial para adaptar las grafías chinas al alfabeto latino, a partir de la pronunciación del chino mandarín.
[4] Ríos, X. (2019). Las relaciones entre España y China: ¿una nueva era? Comillas Journal of International Relations, 16, 102-117. https://doi.org/10.14422/cir.i16.y2019.008
[5] Ibid.
[6] Ibid.
[7] Resolución 2758 (XXVI) de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas. (2021, 19 octubre). Observatorio de Política China [OPCh]. https://politica-china.org/secciones/resolucion-2758-xxvi-de-la-asamblea-general-de-la-organizacion-de-las-naciones-unidas
[8] Sanmartín Bastida, J. (2021). De la Gloria a la Hecatombe: La historia de la República de China en las Naciones Unidas. Encuentros En Catay, 34(34), 173–217. Recuperado a partir de https://ec.catayacademica.com/index.php/ec/article/view/12
[9] Ibid.
[10] Office of Legal Affairs- UN. (2019, 4 marzo). Art. 3, Repertorio, Suppl. 5, vol. I (1970-1978). United Nations - Office of Legal Affairs. https://legal.un.org/repertory/art3/spanish/rep_supp5_vol1_art3.pdf
[11] Resolución 2758 (XXVI) de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas. (2021, 19 octubre). Observatorio de Política China [OPCh]. https://politica-china.org/secciones/resolucion-2758-xxvi-de-la-asamblea-general-de-la-organizacion-de-las-naciones-unidas
[12] Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación. (2013, 9 marzo). 40 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre España y China. Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación. Gobierno de España. https://www.exteriores.gob.es/es/Comunicacion/Noticias/Paginas/Noticias/20130309_NOT1.aspx
[13] Ríos, X. (2019). Las relaciones entre España y China: ¿una nueva era? Comillas Journal of International Relations, 16, 102-117. https://doi.org/10.14422/cir.i16.y2019.008
[14] Fundación Consejo España China. (s. f.). Foros Archive. https://spain-china-foundation.org/foros-articulo/
[15] Ríos, X. (2019). Las relaciones entre España y China: ¿una nueva era? Comillas Journal of International Relations, 16, 102-117. https://doi.org/10.14422/cir.i16.y2019.008
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Este artículo ha sido publicado. en el Nº 13 de la Revista Cultural sobre China: Bambú, Dragones y Tinta, en marzo de 2023. Puedes leer el artículo publicado en el medio original aquí.
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