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PROFESOR, CÓMO PUEDO OLVIDARTE

Por Estrella Zheng*

Publicado el 12/02/2024




El profesor Dong se ha ido, tan repentinamente que nadie lo esperaba.


Hace cuatro años, me comprometí a visitarlo en Beijing, promesa que ahora se convierte en un eterno desencuentro. La distancia no me permitió acompañarlo en su último adiós, dejándome sólo con el consuelo de compartir, mediante WeChat, estos momentos de profundo dolor junto a su hermana menor, quien viajó desde Xinjiang para cuidar de él.


Ella me mandó el video de la ceremonia de despedida del profesor Dong en Babaoshan, Beijing, el cual he visto una y otra vez. Entre el mar de coronas florales y coplas fúnebres, una frase se ha grabado en mi corazón: " !Dong Ye, has sido una gran persona!" Este homenaje provino de sus estudiantes de hace veinte años, un mensaje sencillo pero sincero, más propio de una conversación entre amigos cercanos o “colegas” que de un alumno a su maestro.


Sin embargo, esto es lo que muchos sentimos por nuestro profesor. De todos los profesores a quienes debo gratitud por los cinco años en la formación académica, él es, sin duda, el que más .respeto y agradezco.


Mis estudios de filología hispánica comenzaron en 1961, año en que, conocí al profesor Dong  cuando fui a entregar una tarea a mi profesor que compartía con él el dormitorio. Mi maestro lo presentó como un colega extraordinariamente dedicado, leía cualquier libro original que pillaba, incluso de textos de ciencias naturales. Aquel día parece que estaba leyendo un libro de temas de biología. Esa imagen me quedó grabada, hasta hoy día, 60 años después lo recuerdo muy bien.


Al año siguiente, tuve la suerte de ser alumna de Dong quien nos dio la asignatura de léxico. En aquellos tiempos, la especialización en español era aún novedosa en China, y escaseaban modelos pedagógicos a seguir. El profesor Dong nos ofreció generosamente todo su conocimiento, convirtiéndome en una esponja ansiosa por absorber cuanto más pudiera. Aquel año fue el año en que más trabajé de mis diecisiete años de estudios, y gracias a él, pude echar una base sólida en español que me beneficiaría toda la vida. Le estoy eternamente agradecido.


Mi admiración por el profesor Dong y la de mis compañeros no sólo se debió a su enseñanza del español, sino también a su integridad y humanidad. Era conocido por su alegría de vivir, siempre rodeado de jóvenes con quienes compartía canciones, bailes y momentos de convivencia. Hubo un tiempo en que nos preocupaba que viviera solo sin nadie que lo cuidara, pero él nos aseguró que nunca le faltaba comañía, ¡porque era una gran persona, para estar siempre rodeado de gente que le quiere!

 

Nosotros debíamos habernos graduado en 1966, pero debido a la Revolución Cultural, no pudimos ser asignados a trabajar y, junto con las de siguientes promociones, fuimos enviados en otoño de 1968, a una granja del ejército para "ser reeducados". Viendo que la "Reducación no tenía fin, pedimos que nos dejaran "estudiar todos los días" (una hora al día para repasar idiomas extranjeros). Por esto, un grupo de profesores fueron enviados a la granja, entre ellos estaba Dong. Los profesores tenían que participar en el trabajo físico como nosotros y, durante el tiempo de "estudio diario", nos ayudaban a recuperar el conocimiento que estaban perdiendo. Las clases que el profesor Dong impartía eran las más acogidas por los estudiantes. Durante ese tiempo en la granja, el profesor tuvo contactos más estrechos con sus estudiantes, y su carácter humorístico y alegre alivió mucho de las dificultades y sufrimientos de la "reeducación". El apodo "Gran Tónico (Da Bu)" le regalaron los alumnos allí. En la celebración de una fiesta, la compañía se compró un pollo para cada escuadrón para la sopa. Cuando llegó el turno del escuadrón donde estaba Dong, les tocó un pollo sin destripar, con todos sus vísperas internas. Aunque a todos les daban asco al descubrirlo, no querían desperdiciar la rara oportunidad de tomar el caldo de pollo, pero nadie lo tocaba, y es cuando el profesor Dong dijo alegremente: "¡Coman, coman, no pasa nada, el pollo entero es más nutritivo!" Así, diez pares de palillos se dirigieron hacia el nutritivo pollo entero. El apodo "Profesor Tónico" siguió a Dong más de medio siglo, desde la granja Beigezhuang, hasta el Reino celeste. No sé si los más jóvenes de la Facultad conocen el origen de este apodo cuando así le llamaban cariñosamente.

 

Para conocerlo mejor como persona, habría que ver en aquellos tiempos especiales, ya sea durante la Revolución Cultural o en 8964, nunca seguía ciegamente (o falsamente) opiniones ajenas. Lo que vi en él fue un hombre independiente, honesto, abierto y responsable.


El profesor se dedicó a la enseñanza con todo su corazón, lo que también influyó en mi carrera docente posterior. Antes de venir a España, entuve como profesora en el Colegio de Idiomas Extranjeros de la Universidad Normal de la Capital en Beijing. Este colegio era la Escuela de Idiomas Extranjeros de Beijing, una escuela de formación profesional que preparaba a los estudiantes para las universidades de idiomas extranjeros de Beijing. En 1981, se convirtió en universidad, y antes de irme de China, tuvimos dos promociones de graduados excepcionales, incluidos el ex embajador en Panamá Wei Qiang y la ex consejera cultural de la embajada china en España Liu Wenqiu. Un año, el Ministerio de Relaciones Exteriores organizó un examen de traductores de alto nivel, y cuando los resultados de nuestros estudiantes superaron a los de la Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing, el profesor Dong me felicitó alegremente, a diferencia de algunos de sus colegas que no se atrevían o no querían reconocerlo.


Durante estos años, mantuvimos el contacto a través de WeChat. Justo el pasado diciembre, me preocupé al notar que el profesor había dejado de enviar mensajes desde hacía varios días. Cuando llamé, me enteré de que había sido hospitalizado, su hermana menor y yo esperábamos todos los días que apareciera el milagro. No quería creer que un profesor tan optimista, tan respetado y amado por sus alumnos, pudiera dejarnos así.


El profesor se ha ido, pero mantengo su WeChat. A través de él, le contaré las buenas noticias y mis pensamientos, y su hermana menor hace lomismo, lo que nos hace sentir que nuestro respetado hermano mayor todavía está con nosotros.


Profesor Dong, te gustaba cantar, seguramente has escuchado esa canción de Liao Changyong. Hoy, mientras te recordamos juntos, te la dedico:


"Cada vez que logro un éxito y me otorgan un premio,

ah, profesor, siempre pienso en tí, pienso en tí.

Pienso en tu sonrisa cariñosa, en tus palabras amables.

En mi corazón, en silencio te rindo omenaje.

Ah, querido profesor,

¿cómo podría olvidarte, cómo podría olvidarte?

Cuando los brotes frutifican,

¿cómo pueden olvidar la brisa y la lluvia primaveral?

Ah, querido profesor,

 ¿cómo podría olvidarte, cómo podría olvidarte?"


9 de febrero de 2024


*Nota: Las ideas contenidas en las publicaciones de Cátedra China o de terceros son responsabilidad de sus autores, sin que reflejen necesariamente el pensamiento de esta Asociación.

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