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Maverick nunca estuvo allí

Actualizado: 17 ene 2023

Casi 40 vueltas al sol después, el mundo vuelve a ser multipolar



Por Julio Ceballos*


John F. Kennedy y Nikita Krushchev, los líderes de Estados Unidos y la URSS que protagonizaron la crisis de los misiles de Cuba, el momento más caliente de La Guerra Fría. Fuente: Wikimedia Commons/Ruby Jennings


En los noventa había uno que hacía volar su Kawasaki Ninja verde a 120 km/hora por la calle mayor de mi pueblo. Los chavales (de entonces) lo veíamos pasar como una exhalación con una mezcla de temor, expectación y envidia. Desconozco qué es lo que sentía él subido a toda velocidad sobre el bólido pero puedo adivinar qué tenía en mente cuando giraba la muñeca y aceleraba a fondo: la mítica escena de la película “Top Gun” en la que Tom Cruise, subido a una moto parecida, aceleraba junto a una pista en la que, al caer el sol, despegaba un caza F-14. Todos queríamos ser Maverick, todos queríamos ser yankis y estar allí, en Miramar, California. Corría -como Tom sobre su Kawasaki o mi paisano por la calle mayor de Reinosa – el año 1986. Top Gun era -lo sigue siendo- el arquetipo de “americanada” y uno de los mayores taquillazos que ha generado Hollywood. La estética de toda la película, la caracterización de los actores y su planteamiento proyectaban una imagen robusta, magnética y arrolladora de los EE.UU. Los rusos eran los malos. Los americanos eran los buenos. Y los guapos. Y los que ganaban siempre. Queroseno, testosterona y temas pop pegadizos para adorar a la superpotencia.

Cuando uno echa un vistazo a la hemeroteca de aquel año 1986 sorprende comprobar que todos los hitos históricos mundiales de entonces están relacionados con EE.UU., la antigua URSS o algunos países europeos. Ni rastro de China en los anales, excepto por una breve reseña mencionando que la reina Isabel II visitó el país aquel año. El muro de Berlín aún existía (aunque caería apenas tres años después) y la URSS, aún en pie, padecería aquel mismo año una tragedia llamada a hacer temblar sus cimientos: la explosión del cuarto reactor en una oscura central nuclear a 100 kms. de Kiev. Era aquel de 1986, aún, un mundo “casi” unipolar. No sólo la economía americana duplicaba la soviética, la cultura yanki era -sin competencia- la que conquistaba los sueños de muchos habitantes del planeta. La canción coral “We are the world” (“Nosotros somos el mundo”) ganaba aquel año los premios Grammy y se convertía en himno del activismo social internacional.

Casi 4 décadas después se acaba de estrenar “Top Gun Maverick”, la secuela de aquella mítica película con un Tom Cruise prácticamente sexagenario que mantiene la forma física, la mirada desafiante y ese lustre de héroe. Pero, casi 40 vueltas al sol después, han cambiado mucho las cosas: la temperatura media global ha subido un grado, China siembra muchos de los hitos de la hemeroteca y el planeta vuelve a ser multipolar.

Algunos poquísimos elegidos tal vez pudieron ver cumplidos sus sueños y terminaron -años después de ver Top Gun- a los mandos de un avión. Bastantes más -como el de mi pueblo- lograron emular al amigo Maverick conduciendo a toda pastilla una moto de gran cilindrada. La mayoría, sin embargo, tuvimos que contentarnos con ponernos unas gafas de sol con cierto aire de piloto o con vestir una cazadora de aviador como la que lleva Maverick en la peli. Tan importante era que la cazadora en cuestión fuese de cuero (y tuviese forro de borreguito en el cuello), como que la decoraran muchos parches. No sabíamos por qué o para qué tanto parche, pero, en la primera “chupa” de cuero con la que nos hicimos, muchos nos pusimos a pegar parches de todo tipo para parecernos (un poco, al menos) al amigo Maverick.

El caso es que aquellos parches -los de la cazadora de Maverick en la película original de 1986- son un buen termómetro de cuánto han cambiado las tornas en el mundo. En una escena del filme, en la que Maverick se marca un beso con la bella instructora Charlotte Blackwood, se aprecian claramente cuatro parches en la espalda de la cazadora, con las banderas japonesa y taiwanesa junto a la inscripción “Far East Cruise 63-4, USS Galveston" conmemorando la última misión que, supuestamente, el padre de Maverick había desempeñado en el Pacífico. Sin embargo, en los primeros visionados de la película en 2019, casi cuarenta años después, los parches con la bandera de Taiwán y de Japón habían desaparecido misteriosamente.

Hoy importa no ofender a China. El mercado chino recauda una tercera parte de toda la taquilla mundial: 7.300 millones de dólares. Aunque son pocas las películas occidentales que logran acceder, cada año, al circuito de cines chinos, las ganancias son descomunales. Tal vez, por eso, Maverick se lo ha pensado dos veces y ha reescrito la hoja de servicios de su padre. También por eso, en Top Gun 2 no hay villanos. Pero, si tu padre nunca estuvo allí, ¿quién es hoy tu enemigo? ¿contra qué fantasmas luchas ahora, Maverick?



*Nota: Las ideas contenidas en las publicaciones de Cátedra China o de terceros son responsabilidad de sus autores, sin que reflejen necesariamente el pensamiento de esta Asociación.

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