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LOS PUENTES ENTRE EUROPA Y CHINA. ENTRE EL DESCONOCIMIENTO Y LAS NECESIDADES COMPARTIDAS

Por Gustavo Díaz Matey *

Publicado el 22/07/2024




La comunidad internacional se encuentra ante una complicada encrucijada en un momento de gran tensión internacional entre estados. A lo que hay que sumar el impacto de la competición económica y la volatilidad de la economía surgida tras la pandemia global.

En este contexto, China que ha ido ocupando un puesto cada vez más prominente en la esfera internacional despierta cada vez más recelos en la esfera internacional. En 1970 el PIB de China llegó a crecer al 19,3% y la visita de Richard Nixon en 1972 abrió al país una nueva era en las relaciones entre Washington y Pekín.[1] A pesar de que los objetivos a corto plazo eran otros, esa visita cambiaría significativamente el escenario internacional, al tiempo que ayudó a crear un puente de interés mutuo; aunque el establecimiento de relaciones diplomáticas tendría que esperar hasta 1979 cuando Estados Unidos reconoce a la China comunista. Desde entonces muchas cosas han cambiado y la transformación de china en poco menos de cuarenta y cinco años es impresionante.

China entró en 2001 en la Organización Mundial del Comercio (OMC), una institución que no fue diseñada para una economía de esas características cuyo crecimiento no se asemeja al que han conseguido las prácticas occidentales. De hecho, la globalización acelerada que provocó la entrada de China en la OMC desindustrializó a occidente, las exportaciones se dispararon y China se convirtió en la gran fábrica del mundo.

En 2008 China organizó los juegos olímpicos en Pekín mostrando al mundo el éxito de su proceso de modernización y su voluntad de apertura tras siglos de autoaislamiento. En 2023, economía china ya era la segunda economía del mundo en cuanto a producto interior bruto nominal y, según el Banco de España, supone un 18% del PIB global[2].

Hoy en día China es mucho más que una potencia manufacturera, iniciativas como Made in China 2025, ponen de manifiesto el objetivo de transformar el país en una potencia tecnológica de primer nivel, con capacidades en sectores de alto valor agregado como la robótica, los coches eléctricos o las energías renovables. El desarrollo de los campus tecnológicos como el Wuhan New Energy Center es un claro ejemplo.

El desarrollo chino se palpa en el bullicio de cualquiera de sus grandes ciudades, en las marcas globales (como Zara, Starbucks o McDonalds) presentes en sus calles comerciales y en el importante crecimiento urbano.

Esta situación ha generado una gran brecha social que separa al país en dos: un gran desarrollo en zonas urbanas e industriales con una clase media pujante y una China rural que hace frente a varias problemáticas estructurales como la falta de infraestructura, la despoblación, y el envejecimiento de sus ciudadanos.

El Partido Comunista Chino es muy consciente de esta situación. Es más, la erradicación de la pobreza fue una de las grandes iniciativas de Xi Jinping al comenzar su mandato en marzo de 2013 y el desarrollo de la clase media china es una realidad hoy en día. Si en el año 2000 alrededor de 39,1 millones de personas eran consideradas clase media (el equivalente al 3,1% de la población) en 2018 la cifra ascendía a aproximadamente 707 millones (un 50,8% de la población). [3]

El propio Xi Jinping apuntaba en 2020 que el país ha concluido su “ardua tarea” de erradicar la pobreza extrema diez años antes de lo establecido por Naciones Unidas en sus Objetivos de Desarrollo del Milenio.[4] Seguramente estos datos se puedan matizar y se podrá cuestionar la metodología de recolección, pero lo cierto es que no hay rastro de mendicidad o infravivienda en las principales ciudades chinas. Ningún país ha sido capaz de sacar de la pobreza extrema a cientos de millones de personas en tan poco tiempo.

Con respecto al desarrollo de las zonas rurales el gobierno chino ha construido viviendas y reubicado a millones de ciudadanos chinos que vivían en las zonas más empobrecidas. Por toda China, sobre todo en los suburbios, se ven demoliciones de antiguas viviendas y construcciones de grandes edificios. Encontramos dos ejemplos significativos en el importante desarrollo y revitalización de la zona rural muy cercana a Shijiazhuang o el proyecto de desarrollo de Ningbo entre muchos otros. 

De igual modo, un ejemplo claro del desarrollo de nuevos proyectos urbanos es el caso de Xiongan “modelo nacional de desarrollo de alta calidad” una ciudad integrada en la naturaleza y levantada en poco más de ocho años de la nada a 100 kilómetros de Pekín y que según el Comité Central del Partido Comunista Chino dará cobijo en los próximos años a 5,3 millones de personas. “La intención es fomentar el traslado de empresas e instituciones y liberar así a Pekín de aquellas funciones no esenciales para el Gobierno”. China redobla la apuesta por su modelo de crecimiento basado en la inversión, pero estas grandes inversiones vienen acompañadas de ideas plasmadas en proyectos concretos y en una visión particular de entender las relaciones económicas y comerciales basadas en la centralización del poder y la racionalización ideológica desde el llamado “desarrollo con características chinas”.

Sea como fuere es indudable que China tiene unos niveles de desarrollo crecientes y la forma de vida de su población así lo refleja. Miramos China con los ojos de occidente, pero lo cierto es que en las grandes urbes el choque cultural es cada vez menor, cada vez está más extendido el inglés y la entrada de las grandes cadenas en han impuesto un trato al cliente estándar, sigue habiendo pocos turistas occidentales en China, pero eso, sin duda, cambiará en pocos años.

A pesar de todo lo anterior o quizá debido a todo lo anterior, lo cierto es que China aún despierta una profunda desconfianza en Occidente.[5] Distintos documentos de la Unión Europea y de OTAN califican a China como rival sistémico y competidor y las políticas hacia la civilización china son cada vez más restrictivas. El responsable del Departamento Internacional del PCCh, Ma Hui, dejaba claro en una reunión privada con la delegación que “no existen contradicciones insuperables en las relaciones entre China y la UE”. Sin embargo, la situación internacional y sobre todo el marco de competición comercial ha supuesto el desarrollo de barreras comerciales y una presión por el desacoplamiento creciente.

En definitiva, China sigue siendo una gran desconocida para occidente y el desarrollo de esta gigantesca civilización aterra a unos países occidentales que se ven superados por los niveles y velocidad de producción de China. Es cierto que Alemania con una producción total de vehículos de 3.677.820 unidades exporta en torno a un 80% y China con una producción total de en torno a 23.836.083 unidades sólo un 10%; sin embargo, es evidente que los datos son difícilmente comparables. En esta misma línea, la Unión Europea sigue teniendo una balanza comercial negativa con China. Sin embargo, los europeos somos conscientes de que los coches eléctricos chinos son fundamentales para llegar a los objetivos de 0 emisiones, lo que en última instancia invita a un marco de diálogo necesario que veremos si los nuevos cargos electos en la Unión Europea están dispuestos a asumir.

Mientras tanto, y a pesar de que la economía china sigue una tendencia en expansión, con un crecimiento de entorno al 5,2% en lo que va de 2024 el gobierno chino ve necesario potenciar la demanda interna para estabilizar la economía. Sin embargo, el consumo interno no ha repuntado como se esperaba tras la pandemia y el modelo económico chino en su conjunto se enfrenta actualmente a desafíos estructurales que podrían limitar su crecimiento futuro de manera más prolongada de lo esperado, aunque el tiempo tiene otro significado en el país asiático y no está sujeto a las políticas electorales de 4 o 5 años como en Europa.

China ya no es lo que era, pero el mundo tampoco es lo que era y con una situación internacional convulsa y altamente inflamable es un gran momento para descubrir una civilización milenaria y crear más redes epistémicas. Cuanto más conocimiento tengamos de ese país inmenso y lejano menos recelos y miedos se generarán y más líneas de entendimiento mutuo podremos establecer en el marco de una interdependencia compleja más necesaria que nunca.

 

BIBLIOGRAFÍA


[1] Margaret MacMillan (2007). Nixon and Mao: The Week That Changed the World, Random House

[2] Banco de España, “Los posibles efectos globales de un menor

crecimiento en China y sus canales de transmisión”, Boletin económico no6, (15 de diciembre de 2023), en: https://www.bde.es/f/webbe/SES/Secciones/Publicaciones/InformesBoletinesRevistas/BoletinEconomico/23/T4/Fich/be2304-art06.pdf

[3] A este respecto ver: State Council Information Office The People's Republic of China (2021). SCIO briefing on China's economic performance in 2020, en: http://english.scio.gov.cn/pressroom/node_8021611.htm

Ver también:

“How Well-off is China’s Middle Class?” (30 de septiembre de 2021) Center for Strategic & International Studies, en: https://chinapower.csis.org/china-middle-class/

[5] Laura Silver (et all), “Most People in 35 Countries Say China Has a Large Impact on Their National Economy”, Pew Research Center, (July 2024), 


*Nota: Las ideas contenidas en las publicaciones de Cátedra China o de terceros son responsabilidad de sus autores, sin que reflejen necesariamente el pensamiento de esta Asociación.

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