La senda de la música china: el Guqin (古琴)
Por Daniel Félix González*
Publicado el 25/10/2023
Mujer tocando el instrumento Guqin. Fuente: Unesco.
Desde el origen de los tiempos, el ser humano ha buscado múltiples formas de expresarse y así poder relacionarse mejor con su entorno. Tomando este principio, a medida que se fueron acumulando experiencias, surgieron los cimientos básicos de la civilización. No obstante, de entre ellos, el arte ha tenido desde el comienzo una cualidad única que lo distingue como el corazón de la cultura. Es esta precisamente la forma más directa de expresión de lo inefable, y aquello que nos conecta íntimamente con nosotros mismos, e incluso con épocas remotas o lugares exóticos.
La cultura tradicional china ha sido siempre objeto de mi fascinación, y precisamente a través de vivir en primera persona sus manifestaciones artísticas, y en particular su música, he llegado a comprender profundamente su esencia más allá de las palabras o conceptos – en concordancia con la filosofía del taoísmo. Por ello, pese a ser un tema menos tratado y conocido incluso por los propios chinos, abordar la música china es la mejor forma que hay para ahondar en esta civilización.
El instrumento de la naturaleza
Para hablar de música china, es imprescindible conocer primero a su instrumento más célebre, el Guqin (古琴). Éste consta de siete cuerdas, originalmente de seda, unidas a un cuerpo de madera carente de trastes, y con un timbre grave característico. Su relevancia es tal que incluso el carácter tradicional para “música” y “alegría” (樂) describe exactamente esa estructura. En consecuencia, no es de extrañar que en chino mandarín moderno un sinfín de instrumentos de cuerda se denominen genéricamente como Qin (琴) – por no mencionar que del Guqin derivan gran parte de los instrumentos cordófonos de Asia oriental, de forma directa o indirecta.
Fig. 1. Comparación entre la vista frontal del Guqin[1] y el carácter 乐(樂) en caligrafía estilo sello (篆书)[2].
Aunque se suele traducir comúnmente como cítara o arpa china, se trata de un instrumento muy diferente de cualquier otro conocido en occidente – de ahí que algunos autores contemporáneos hayan llegado a acuñar el término Heptachordia Sinsensis[3] (七弦琴). Probablemente el ejemplo más cercano pueda ser el antiguo monocordio de Pitágoras, pero en lugar de crearse por la búsqueda raconalista de la proporción del sonido, el Guqin tiene una filosofía y un origen radicalmente distintos.
Su creación se atribuye a los míticos emperadores divinos de la prehistoria como Fuxi (伏羲), Shennnong (神农) o Yao (尧), y es considerado el instrumento de cuerda pulsada más antiguo de la historia china – existen menciones al Guqin en el clásico de las odas (诗经), e incluso se han encontrado Guqin en tumbas de la dinastía Zhou (周朝, 1046 - 476 a.C.) [4].
En cualquier caso, el Guqin representa la máxima expresión de la armonía entre el mundo terrenal y celestial, de la unión entre el ser humano y la naturaleza como un todo.
La caja de resonancia del instrumento resulta de la unión entre una tabla superior curvada y liviana, junto con una tabla inferior plana y compacta. Ambas representan respectivamente al cielo y la tierra, dentro de los ideales filosóficos del Yin-Yang, que más tarde serían asimilados en el taoísmo.
El cuerpo del Guqin se asemeja al de una criatura viva [5], ya que cuenta con lengua de fénix 凤舌 (hendidura frontal), cabeza 琴头(extremo grueso), cadera 琴腰(estrechamientos), patas de ganso 雁足 (soportes inferiores), cola 尾托 (extremo delgado) o encías de dragón 龙龈 (paso terminal para las cuerdas). Al mismo tiempo, esta criatura no deja de ser la propia naturaleza en su conjunto, con monte Yue 岳山 (puente), los estanques del fénix y el dragón 凤龙池 (cavidades de resonancia).
Sobre el cuerpo, colocados simétricamente en torno al centro, están los Hui 徽, trece marcadores de nácar en honor a los meses del año lunar – 12 meses más un mes bisiesto adicional según el calendario lunar[3]. Sus posiciones indican dónde se producen los sobretonos de las cuerdas para producir armónicos.
Además, aunque la versión actual del instrumento tiene siete cuerdas, su afinación es pentatónica, en honor a los cinco sonidos asociados a los cinco elementos (五行) de hecho, en origen el Guqin tenía tan solo cinco cuerdas[3].
Fig. 2. Vistas superior e inferior del Guqin[1].
Incluso los sonidos que se producen al tañer las cuerdas tienen su simbología[3]. Las cuerdas pulsadas al aire (散音) producen sonidos muy graves y amplios, representantes de la tierra. Los armónicos (泛音) son sonidos limpios y agudos, representantes del cielo. En cambio, cuando las cuerdas son apretadas contra el cuerpo (按音), sin duda los sonidos más usuales y versátiles, se ve representada la humanidad.
Elegancia y Solemnidad
Por su estrecha relación con la naturaleza y el universo en todas sus formas, además de su origen legendario, el Guqin comenzó siendo utilizado como medio de conexión con los espíritus de la naturaleza. Era una de las herramientas predilectas de los chamanes y brujos, que lo empleaban en rituales mágicos y en la ofrenda de sacrificios a los dioses – el origen del carácter de “danza” (舞) es justamente la figura de aquellos chamanes, ataviados de trajes de plumas, haciendo uso de la música y danza en sus rituales.
Fig. 3. Variantes del carácter 舞, en estilo sello (篆书) y en su forma original de huesos oraculares (甲骨文 )[2].
Según cuenta la leyenda[1], el mismo emperador Yao (尧) tuvo un encuentro con los dioses mientras llevaba a cabo uno de los rituales sacrificiales, y para poder inmortalizar ese momento, compuso la pieza 《神人畅》 (“Conversaciones entre el Hombre y Dios” o “Rapsodia del Celestial”). Esta pieza ha llegado hasta nuestros días, y destaca por sus ritmos esotéricos, capaces de transportarte a aquella época ancestral.
El uso ritual del Guqin fue gradualmente refinándose, de modo que pasó a ser asociado a la tradición, la ceremonia y la clase dominante. Así, el instrumento que antaño fue el acompañante de chamanes en sus rítmicos rituales, pasó a representar la elegancia y el buen gusto de los eruditos – es conocido que grandes figuras como el poeta Li Bai (李白), Zhuangzi (庄子) e incluso el célebre filósofo Confucio (孔子) fueron renombrados intérpretes de Guqin[3].
Fig. 4. Ilustración de la dinastía Tang donde se muestra una reunión de doncellas cortesanas donde una de ellas afina el Guqin[4].
Las composiciones se diseñaban para enfatizar su sonido grave, meditativo y calmado. Por su volumen bajo, comparable al de la voz humana, el Guqin se interpreta tradicionalmente como solista, o eventualmente en acompañamiento de la flauta Xiao (箫), de registro similar. Estas características propiciaban la atmósfera íntima, distendida y refinada de las reuniones de intelectuales (雅集), en las que se interpretaba, se recitaba poesía, se debatía sobre la naturaleza del Qin, y se practicaban las denominadas “cuatro virtudes del erudito” (琴棋书画) – Guqin, ajedrez, caligrafía y pintura.
Los caracteres de la música
Como culminación de esta nueva etapa, en la dinastía Tang (唐朝, 618 – 907 d.C.) se estandarizó la estructura del instrumento tal y como se conoce en la actualidad, y se optimizó la notación empleada para escribir las “partituras”. Tradicionalmente, las melodías se recogían en forma de textos (文字谱) donde se daban directrices explícitas sobre la digitación necesaria para reproducirlas – una sola nota podía ocupar líneas de descripción. El estudio de Guqin era algo exclusivo, misterioso, y al alcance de unos pocos privilegiados, con una transmisión directa maestro-aprendiz.
Para facilitar la transmisión del arte del Guqin, el intérprete Cao Rou (曹柔) ideó el sistema simplificado Jianzipu (简字谱), que condensaba la información relacionada con la digitación en caracteres esquemáticos creados específicamente para ese fin – hoy en día sigue empleándose esta notación como estándar, complementada con partituras en las que se marca el ritmo.
Fig. 5. Análisis del ejemplo《大九挑六》de la notación Jianzipu (简字谱)[6]. La parte superior indica que, con la mano izquierda, se presiona con el pulgar en la posición nueve. La parte inferior indica que se pulse la cuerda número seis empleando la técnica tiao (proyectil hacia fuera con el índice).
Gracias a estas modificaciones, el Guqin se hizo más accesible para su aprendizaje como modelo de la música culta y refinada. En consecuencia, fueron apareciendo innumerables composiciones, las cuales llegaron a ocasionar algunos conflictos[3] entre los defensores de estilos más complejos – calificados como “vulgares”–, en oposición a los más puristas de la elegancia – acusados de ser excesivamente “teóricos”.
Muchas de aquellas obras han perdurado hasta la actualidad gracias a su compilación sistemática en textos recopilatorios de partituras. Entre ellas, destacan ejemplos como “Edificio entre nubes” 《卧云楼琴谱》(1722), “Iniciación al Guqin” 《琴学入门》(1864), o “Santuario de las ciruelas”《梅庵琴谱》(1931)[7].
El resurgir del Fénix y el Dragón
Con el fin de la era imperial, la tradición del Guqin se sentía como algo que empezaba a quedar obsoleto, anclado en un pasado incompatible con las nuevas tendencias de liberación social. El que antaño fue un símbolo de la naturaleza, la elegancia y la erudición, pasó a asociarse con las viejas costumbres de la corte y sus excesos, por lo que en la nueva China la tradición del Guqin estuvo a punto de desaparecer en el país[3].
Afortunadamente, en las últimas décadas del siglo XX, tras incansables intentos por modernizar y legitimar de nuevo la imagen del instrumento, éste comenzó una vez más a ganar poco a poco relevancia en el panorama cultural chino. En esta transición, se adaptaron canciones patrióticas compuestas para otros instrumentos, lo que supuso el punto de partida para la experimentación con nuevas técnicas – desde las cuerdas de nylon, hasta los recientes Guqin eléctricos.
En la actualidad, el Guqin es reconocido como una reliquia cultural de la identidad china, que la ha conformado y acompañado en todas las épocas. Sus obras, llenas de estética y elegancia, tratan temas[5] como la naturaleza, la heroicidad, el costumbrismo, la filosofía o los sentimientos.
Fig. 6. Actuación de Guqin del autor[6].
No solo es digno de admiración y respeto como cualquier otro instrumento – ya existen a día de hoy estudios superiores de conservatorio para Guqin –, sino que además se ha ganado el puesto como el instrumento más representativo de la civilización China. Desde el año 2003 está inscrito en la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO; se incluyó en la sonda espacial Voyager el clásico de Guqin “Agua fluyendo”《流水》como representación de la cultura de la humanidad; y una actuación de Guqin fue la protagonista en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos en Beijing 2008[3].
Hoy en día, es sorprendente como el Guqin es especialmente popular entre las nuevas generaciones, con adaptaciones de música popular, o incluso con sociedades modernas de Guqin tanto en China como en el extranjero.
La historia del Guqin es extensa, al igual que los sentimientos que despierta su sonido. Por eso siempre será el corazón y el alma de la música china.
Referencias
[1] C. Lindqvist (2009): “古琴”. ISBN: 978-7-108-03165-5.
[2] 方鸣(2011): “中国书法大字典”. 中国华侨出版社 . ISBN: 978-7-5113-2079-7.
[3] J. Yeung (2018): “Standards of the Guqin”. Toronto Guqin Society. ISBN: 978-0-9866225-0-2.
[4] A. Gabucci (2008): “Grandes Civilizaciones: China”. RBA Edipresse SL.
[5] 李祥霆(2012): “古琴实用教程”. 中央音乐学院丛书.
[6] De creación propia por el autor.
[7] 李祥霆、龚一(2008): “古琴曲集”. 人民音乐出版社. ISBN: 978-7-103-03465-1.