LA COMUNIDAD DE DESTINO COMO OBJETIVO
Por Marcelo Muñoz*
Publicado 22/05/2024
Una comunidad de destino compartido por toda la Humanidad: es la gran frase que el Presidente Xi Jing Pin subraya con frecuencia.
Por una parte, es la expresión de una realidad. Todos formamos parte de esa Humanidad, hoy con 8.200 millones de personas. Pero, desgraciadamente, no formamos una comunidad unida, ni compartimos los mismos objetivos. Nos dividen las políticas, las religiones, las fronteras, voluntarias o impuestas, o la falta de respeto a ellas... Nos divide la desigualdad, la pobreza y la riqueza... Y no trabajamos por los mismos objetivos, ni mucho menos. De ahí que sean frecuentes los conflictos y las guerras como la expresión extrema del conflicto.
Pero, sin embargo, “una comunidad de destino compartido por todas la Humanidad” deviene en una hoja de ruta para todos los que nos consideramos ciudadanos globales, los que aspiramos a convertirnos, de verdad, en una “comunidad de destino”, como un objetivo al que aspiramos cada día, con nuestro trabajo solidario, con nuestra acción política, con nuestro estudio y nuestro debate.
Y, sin ninguna intención excluyente ni ánimo de imposición, me gustaría señalar varios aspectos en que China está dando pasos hacia esa comunidad real de destino compartido.
En primer lugar, los gigantescos pasos que China viene dando para superar la desigualdad. Según la ONU, ha sacado de la pobreza a 700 millones de personas. Porque, sin igualdad progresiva, no hay comunidad. Y ha elevado a la calidad de clase media a 600 millones de personas.
Al mismo tiempo, China está tejiendo acuerdos que fortalecen lazos comunitarios entre países, como la Organización de Cooperación de Shanghái, el Mercado Común Asia Oriental-Asean-Oceanía, las Cumbres África-China, el programa de conectividad global OBOR o Nueva Ruta de la Seda, que agrupa ya a 152 países... Todo avance en multilateralismo hace más viable la comunidad de destino, y todo paso para unir países a través de la conexión viaria, digital, cultural o política, consolida, potencialmente, esa comunidad de destino.
Todo eso es importante y necesario, pero se eleva a la dimensión de hoja de ruta hacia la comunidad de destino, cuando China reclama un mundo multipolar, sin hegemonismos excluyentes, sin supremacismos de ningún tipo -ni políticos, ni religiosos-, sin imposiciones sistémicas... No hay rivalidad sistémica -enemiga de la comunidad de destino- cuando China no quiere imponer su sistema, ni acepta que se le quiera imponer otro sistema, como parece que pretende Occidente. El respeto a uno u otro sistema facilita el vivir o acercarnos a la comunidad de destino, que es común y poder ser plural, mientras que los intentos de imponer a otros “tu” sistema hace difícil la comunidad de destino.
Y, como confirmación de que China tiene la comunidad de destino como una hoja de ruta de toda su acción política, desde China y en su actuación global, es que fundamenta esa aspiración en unas bases sólidas y perennes, en los principios de su filosofía política y ética que es el confucianismo y que incluye, resumiendo:
-la armonía, como aspiración máxima de una comunidad compartida
-por tanto, la eliminación o solución de los conflictos a través del diálogo, la negociación, y el esfuerzo sin descanso, para la búsqueda de acuerdos
-y, mucho más, la supresión de las guerras, que son destrucción y ruptura de la comunidad de destino compartido.
Todo esto suena, de nuevo, a utopía. Claro, la utopía es aquello que hoy es imposible, pero será alcanzable con el esfuerzo de todos, con la lucha de generaciones... quizá, en este caso, como objetivo para todo el siglo XXI.
Con el estruendo de las bombas en Ucrania, el dolor del genocidio judío en Palestina y sus miles y miles de asesinatos cada día, con el racimo de guerras en África, con el terrorismo yihadista, con los supremacismos nacionalistas, religiosos o étnicos... esta utopía no parece posible como hoja de ruta.
Por eso agradezco -agradezcamos- al presidente chino Xi Jin Ping que insista una y otra vez en “una comunidad de destino compartido por toda la Humanidad” como objetivo al que podemos, y debemos, aspirar, cada día, todos los miembros de esta Humanidad, hoy tan dividida.
*Nota: Las ideas contenidas en las publicaciones de Cátedra China o de terceros son responsabilidad de sus autores, sin que reflejen necesariamente el pensamiento de esta Asociación.
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