España-China. Inmovilidad Tónica
Actualizado: 16 ene
Por Antonio Segura*
Publicado el 7/11/2023
Los expertos describen este estado temporal de inmovilidad motora, como una respuesta a una situación de miedo extremo que aparece con frecuencia en aquellas personas que han sufrido agresiones o accidentes graves. Es una respuesta involuntaria.
Analizando el comportamiento de los agentes políticos, económicos, académicos, empresariales y sindicales españoles, respecto a la República Popular China en los últimos 10 años, desde que se proclamó por Xi Jinping en proyecto de “La Iniciativa de la Franja y la Ruta” (Bel and Road Iniciative), podríamos calificarlo por analogía, como una sintomatología de “Inmovilidad Tónica social” ante todo lo que tenga que ver con China.
Analizaremos estos comportamientos en su momento y por separado, pero previamente a ello, habría que preguntarse si estos agentes han sufrido previamente esa agresión o esos accidentes graves, y de haber existido, ¿de dónde vienen?. Qué produce ese miedo anulador? Tampoco queremos olvidar, que existen dentro de esos agentes, un porcentaje nada desdeñable al que no le paraliza ese miedo, y que ha visto a la R.P China como lo que es, una oportunidad de avance a todos los niveles.
La R.P. China, fundada en 1945 jamás ha producido un ataque ni político, ni económico, ni de ningún tipo, contra ningún país occidental y mucho menos contra España. Las relaciones diplomáticas en la etapa del siglo XX se iniciaron entre el gobierno de Franco y el de Mao en 1973, 50 años de buenas relaciones. No hay que olvidar que China formó parte de los Aliados en las dos Guerras Mundiales del siglo pasado, y España se presentó como “neutral” en ambas, pero esas posiciones, no les impidieron, no ser enemigos en ningún momento.
En 1953 España firma los Acuerdos de Madrid, donde cede parte de su soberanía a los EE. UU, para la instalación de bases militares en su territorio, lo que le permitió 2 años después entrar en la ONU, rompiendo así su aislamiento político debido a los orígenes del régimen de Franco y el apoyo de las fuerzas del Eje a esa instauración.
La R.P. China es miembro de la ONU desde 1971, año en el que reemplazó a la República de China como miembro permanente del Consejo de Seguridad de dicho organismo, pero realmente China es miembro de la ONU desde el 24 de octubre de 1945.
En 1972, el viaje del presidente Richard Nixon a China, abre una nueva era en las relaciones diplomáticas USA/ China. Y en 1978, China proclama la política de Reforma y Apertura, coincidiendo en el tiempo con que España inicia su transición democrática.
Los hechos históricos, así esquemáticamente expresados, parecen describir una realidad en paralelo, en el desarrollo de ambos países, con la comunidad internacional y con la fuerza hegemónica, al menos durante la segunda mitad del siglo XX y las dos primeras décadas del XXI.
Por lo tanto no hay un hecho traumático o accidente alguno entre el Reino de España y la República Popular China, que justifique ese miedo a incrementar los contactos, los proyectos comunes, y el conocimiento entre ambos países.
No podemos olvidar que nuestra pertenencia a la UE también ha supuesto una cesión de soberanía, pero eso no debe impedir pensar, que es lo mejor para los dos pueblos, el español y el chino, lo mejor para ambas ciudadanías, la española y la china.
Es a todas luces incomprensible que con esta realidad consolidada desde hace 50 años, -al menos-, y los intereses mutuos, las relaciones bilaterales entre los dos Estados, y pueblos no hayan multiplicado los resultados a todos los niveles, para lograr esos objetivos: mejor situación de vida de esos ciudadanos, mejores y eficaces relaciones de sus economías. Cualquier análisis mínimamente objetivo, e incluso subjetivo, sabe o intuye que a poco que se haga en esas relaciones y conocimiento mutuo, los resultados van a ser más que satisfactorios para ambos.
¿Qué es entonces lo que atenaza, lo que produce esa “inactividad tónica” desde este lado de la ecuación?
El pasado 21 de septiembre 2023, Cátedra China organizó un acto en la sede de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), dónde entre otras cosas, se intentó convencer a los miembros asistentes, que China tiene hoy potencialidades para nuestras empresas que no se están desarrollando con la potencialidad, ni a los niveles que podrían, y que de actuar con esas potencialidades y niveles, traerían a nuestro país un crecimiento económico estratosférico, y que para ello, todos, también su organización deberían hacer más. La respuesta a la defensiva de uno de los miembros de su ejecutiva, que es además un empresario de la rama del aceite de oliva fue, que España es el primer exportador de aceite de oliva a China, superando a Italia por mucho, y que en la industria automovilística, España tiene 5 factorías en China. Intentando así justificar el esfuerzo hecho estos 50 años de relaciones, pero sin la ambición de proyectar ningún plan general y coordinado al respecto, no establecer ningún instrumento nuevo dentro de la organización de empresarios, para diseñar planes al respecto, tal y como el presidente honorífico de Cátedra China Marcelo Muñoz y otros participantes, les invitaban a estudiar y realizar con su ayuda. ¿Cuál es el origen de esta paralización en el mundo empresarial asociado, a gran escala y a estos niveles?. Es una incógnita de necesaria resolución, para poder avanzar.
Si son evidentes los beneficios en las elaciones económicas con China, en lo político, es decir en la administración de políticas que sirvan en interés de la ciudadanía, ¿Cuál es la razón para que ni siquiera exista interés en lo que ha ocurrido en China del 78 para acá? ¿Cuál es la razón de los partidos políticos de no mirar hacia China con curiosidad para ver que han hecho para convertirse en 1ª o 2ª potencia mundial y sacar a más de 750 millones de persones de la pobreza? Mirar, hablar y analizar no cuesta ni compromete a nada. Lo que cuesta es perder el tiempo y las oportunidades, negándose a observar, dialogar y conocer de primera mano ese fenómeno a todas luces histórico.
China no ha catalogado a la U.E. y tampoco a nuestro país como enemigo ideológico, o sistémico. Es más, ha pedido expresamente dejar al margen los principios ideológicos y apostar por el entendimiento en el beneficio mutuo. Parece lo más sensato.
España y China no están ni han estado jamás enfrentados en un conflicto bélico, ni de ningún tipo. Las relaciones diplomáticas así lo demuestran en estos últimos 50 años. Pero lo mismo ha ocurrido a lo largo de la historia entre las dos viejas civilizaciones. Son países que no confrontan en ningún espacio, no compiten, al contrarío son dos países que pueden ser muy compatibles como se ha demostrado.
Los dirigentes políticos europeos y españoles deben pensar en los intereses de sus territorios y sus ciudadanos, y por ello hay que exigirles que actúen en beneficio exclusivo de esos intereses y ciudadanos. El pensar actuar, sin esa soberanía estratégica propia, les colocaría en el lado equivocado de la ecuación y en claro perjuicio de sus propios intereses, para contentar a otro, a terceros, que no siempre benefician los intereses propios.
Quizá el miedo que abarrota no sea China, de la que solo pueden intuirse beneficios, sino que el miedo viene de cómo van a reaccionar otros, si decidimos soberana y abiertamente trabajar con quien tanto puede beneficiar nuestros propios y exclusivos intereses. Y no consiste la actividad motora, en entregarnos en los brazos de un nuevo dueño, abandonando los del antiguo, el movimiento debe ser el de dejar de tener dueño, y miedo de él, actuando en cada momento pensando exclusivamente en los intereses de nuestro pueblo, de nuestra ciudadanía, sin negar ninguna posibilidad útil, para poder mantener a nuestro país en un lugar donde sus habitantes puedan permanecer en una sociedad que les garantice los medios suficientes para vivir en unas condiciones dignas también para el siglo XXI.
Ni miedo a China por desconocimiento, ni miedo a los EE.UU. por sus hipotéticas reacciones ante nuestra independencia estratégica.
Se requiere pues ante esta realidad de luchar contra la inmovilidad, políticas valientes que exploren las posibilidades de incrementar las relaciones a todos los niveles, y organizar coordinadamente a todos los interlocutores para poder proyectar todas esas posibilidades sin desdeñar las cuestiones negativas. Es preferible tener que dar marcha atrás y volver a empezar, que no empezar nunca por temor a algo que puede pasar, sin ni siquiera conocer la probabilidad de que se dé.
Hay que impulsar esa propuesta de Marcelo Muñoz a los empresarios de crear ese grupo de trabajo que diseñe esos futuros espacios donde actuar, y a la vez, hay que impulsar a los dirigentes políticos españoles la idea de que China tiene mucho que aportar a la gobernanza social a todos los niveles, y que nada cuesta estudiar conjuntamente esas nuevas realidades para llegar a la conclusión de si nos interesan o no. Desde el no movimiento, no se actúa. El miedo atenaza.
*Nota: Las ideas contenidas en las publicaciones de Cátedra China o de terceros son responsabilidad de sus autores, sin que reflejen necesariamente el pensamiento de esta Asociación.
La realidad del momento, visto el convulso panorama mundial, parece inclinarse en dar la razón a China cuando predica que no tiene intención de utilizar su creciente poder para dominar o desestabilizar a otros países, sino que se esfuerza por hacer realidad "los intereses compartidos de la humanidad" y avanzar en el "desarrollo pacífico" en todo el mundo.
China está empeñada en promover proyectos como la Nueva Ruta de la Seda (2013) o la Iniciativa de Desarrollo Global (GDI), iniciada en 2021, como vehículos eficientes y tangibles para hacer realidad la paz y el progreso globales, además de gozar ambas iniciativas de un amplio apoyo por parte de la comunidad internacional.
China también parece empeñada en avanzar por el camino…