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Desdolarización

El nuevo orden mundial será un nuevo orden financiero y monetario


Por Julio Ceballos*


Artículo publicado el 16/06/2023



Los imperios nacen, florecen y decaen. Todo en la Historia, como en la vida, es cíclico y, aunque el mundo actual está fuertemente dolarizado (es decir, sujeto a una fuerte vinculación financiera y monetaria con el dólar estadounidense), nada dura para siempre. Uno de los inversores más prestigiosos del planeta, el analista financiero y multimillonario estadounidense Ray Dalio, advierte que la caída de la mayoría de los imperios a lo largo de la Historia moderna obedece a un patrón de deterioro de su economía. Según Dalio, esa transición de un ciclo a otro suele durar, aproximadamente, un siglo y experimenta, secuencialmente, cuatro fases bien definidas. En primer lugar el estallido de una burbuja financiera (de dimensiones imperiales) que, a su vez, incita al imperio en cuestión a una impresión desmesurada de papel moneda lo cual, a su vez, provoca una deuda desmedida y, por último, una crisis generalizada acompañada de fractura social que suele devenir en guerra o conflictos bélicos. Sucedió ya con el “real de a ocho español”, el florín holandés y la libra esterlina…y el mismo patrón parece repetirse ahora con el dólar estadounidense. Los años del dólar como moneda de reserva global parecen contados.

El dinero es un bien peculiar pues, por un lado, compone un elemento de uso público global -empleado por todo tipo de naciones en sus transacciones e inversiones transfronterizas- pero, por otro, quienes proveen a la comunidad global de ese bien “común” no son las entidades multinacionales sino quienes lo emiten: los gobiernos nacionales. Exclusivamente ellos, ejerciendo su derecho soberano a la política monetaria, controlan la emisión (y en último término la capacidad transaccional) de su propia moneda. Una moneda se convierte en divisa global de reserva, precisamente, porque resulta un valor seguro en el que ponerse a salvo (“reservar” valor). Subyace en la elección de una moneda una lógica de fiabilidad: nadie se arriesga a reservar valor en monedas de gobiernos inestables, con economías débiles o poco líquidas, regímenes volátiles o donde no haya seguridad jurídica e imperio de la ley. De esta manera, y desde un punto de vista estrictamente monetario, en el mundo actual sólo hay una verdadera superpotencia global: Estados Unidos. El sistema financiero global está eminentemente referenciado a dólares y la mayoría de las transacciones emplean el dólar como vehículo.

La fortaleza del dólar como moneda transaccional de referencia es la que cementa el liderazgo mundial estadounidense desde la Segunda Guerra Mundial. La aplastante capacidad militar estadounidense, su liderazgo tecnológico y su poderío cultural también ayudan -mucho-, al poder de la superpotencia, pero lo que verdaderamente permite a EEUU proyectar su poder de manera global es el dólar. El que el dólar sea la moneda de reserva global concede una enorme ventaja competitiva a dicho país, pues le permite obtener financiación barata en sus inversiones internacionales. Actualmente el 60% de todas las reservas mundiales están denominadas en dólares, un 20% en euros, un 6% en yenes japoneses, un 5% en libras esterlinas y el 9% restante en diversas monedas residuales (entre las que destaca, con un pequeño 3% del total global, el renminbi chino). Además, EEUU no solo controla su divisa sino, también, el sistema bancario (SWIFT) empleado para los pagos en dólares.

Las medidas económicas de castigo y sanciones financieras a Rusia se han podido emprender porque gran parte de la economía rusa -como la del resto del planeta- está dolarizada. Durante la Guerra Fría, la extinta URSS funcionaba en su propia burbuja monetaria, autónoma a la economía dolarizada y era bastante inmune a sanciones que empleasen el dólar como palanca. Las actuales sanciones a Rusia, sin embargo, pueden tener -en el largo plazo- el efecto contrario al deseado: alientan, a los sancionados y sus aliados, la creación de sistemas transaccionales, bancarios y monetarios, alternativos al SWIFT y al dólar, para sortear los peligros que estos conllevan en caso de conflicto con EEUU. Este riesgo no sólo preocupa a los rivales de EEUU: la “militarización” del dólar como vehículo de eventuales sanciones, también es una señal de advertencia para los propios aliados de EEUU que identifican en la dependencia del dólar una clara vulnerabilidad en su propia soberanía.

El desacople monetario entre Occidente y Asia está lejos de ser una realidad pero es ya un proceso en marcha. La ruptura del monopolio-dólar, hará menos global la economía y, también, convertirá al sistema global en uno más fragmentado, inestable y menos eficiente, pero el cambio ya está operando. Es cuestión de tiempo hasta que la supremacía de la moneda estadounidense de paso a otra (o, probablemente, otras) divisas de reserva. El nuevo orden mundial hacia el que nos dirigimos va a ser, antes que cualquier otra cosa, un nuevo orden financiero y monetario. Si Ray Dalio no se equivoca, sucederá antes de que cambiemos de siglo.


*Nota: Las ideas contenidas en las publicaciones de Cátedra China o de terceros son responsabilidad de sus autores, sin que reflejen necesariamente el pensamiento de esta Asociación.

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