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Desde la etapa de la evangelización hasta las actuales relaciones diplomáticas entre España y China


Por Christian Careaga


Publicado el 9/1/2023


La circunvalación de la tierra española, protagonizada por Magallanes y Elcano (1519-1522), representa la apertura de la primera ruta por occidente desde Europa hasta las islas de las especias, así como hacia el Imperio del Centro. Dos años más tarde de la primera circunnavegación del globo terráqueo, en 1524, García Jofré de Loaisa realiza una expedición marítima, compuesta por siete navíos hacia Asia Oriental, con la intención de colonizar las Molucas.

Con el paso del tiempo se comenzó a emplear la plataforma de las islas Filipinas con el fin de intentar la Casa de Austria controlar -entre españoles y portugueses unidos por la corona- la economía mundial. Sin embargo, la población china en tiempos de Felipe II ascendía a nada menos que 200 millones de almas y su ejército podría contar con un millón de efectivos.

Son los españoles, a lo largo del siglo XVI, quienes dan a conocer a China entre los europeos. A finales del siglo XVI (1575-1589), el pamplonica Fray Martín de Rada, procedente de las misiones de Méjico, lideró la misión evangelizadora agustina a las tierras de infieles en Asia. Estando en Cebú fue designado en 1575 por sus superiores y por el gobernador Lavezares como “embajador ante el Imperio del Centro” con el fin de abanderar y guiar a otros predicadores de la fe. Entre ellos cabe destacar al agustino Juan González de Mendoza, escritor de una “Historia de las cosas más notables, ritos y costumbres del gran Reyno de la China” (1585), obra clave hasta el siglo XVIII para quien quisiera iniciarse en los conocimientos del Gran Dragón.



Misioneros jesuitas como San Francisco Javier -fallecido en la isla de Shangchuan en 1522, en una de las primeras bases comerciales portuguesas en China-, el brillante, astrólogo, traductor y diplomático dominico Juan Cobo (fallecido en Formosa en 1593) o el misionero, geógrafo y escritor Diego Pantoja (muerto en Macao 1618), autor de nueve obras escritas en chino y primer español que accedió a la corte del emperador Wan Li de la dinastía Ming, fueron nuestros destacados adelantados apostólicos en el oriente asiático.

Las relaciones evangelizadoras dieron paso más tarde a las comerciales, afianzándose la colonia española de Manila como la principal puerta de comunicación con los comerciantes chinos. Allí atracaba el Galeón de Manila, procedente de Méjico, trayendo por un lado plata de América y otras mercancías y por otro, llevando productos chinos hacia Europa. Varios barcos hicieron el trayecto entre 1565 y 1815.


Con la llegada de los Borbones al trono de España en 1724 se crea bajo la regencia de Felipe V un nuevo espacio para la administración del Estado. La gerencia de la política exterior sería a partir de ese momento gestionada -bajo el Secretario de Estado- por un Cuerpo Diplomático, compuesto por embajadores, ministros plenipotenciarios, encargados de negocios, secretarios…

La penetración occidental de China se hace más presente a partir de 1840 y durante las guerras del opio entre los británicos y chinos. España, a pesar de su visibilidad en Filipinas, juega un papel secundario ante el vigoroso expansionismo occidental. Es en esta etapa histórica cuando la monarquía española, representada por Isabel II, nombra a su primer representante diplomático ante el emperador.

En 1849 se introduce el “Reglamento para el ejercicio de la jurisdicción de los Cónsules de España en China” y veinte años más tarde se inicia la correspondencia consular, la cual sirve como una nueva y relevante fuente de información para evaluar los acontecimientos que van ocurriendo en el Imperio Celeste.

Con la primera firma en 1864 de una serie de tratados de amistad y comercio, las escasamente reguladas relaciones comerciales entre ambas naciones se consolidan. A continuación, se procede a la apertura de la embajada en Pekín y de consulados en Shanghái, Cantón, Wenzhou…

La emigración de chinos a Cuba, bien para trabajar en las plantaciones, bien para trasladarse posteriormente a los EE.UU. o Panamá como mano de obra en la construcción del ferrocarril, dio pie en 1877 a la firma de un convenio de emigración y representó un paso más en el estrechamiento de las relaciones entre España y China.

España participó en la cuestión de la extraterritorialidad, en sus vertientes de “asentamientos” y “concesiones a extranjeros”, si bien las negociaciones corrieron a cargo de otras potencias occidentales con mayores intereses en China. Un ejemplo fue el del Barrio de las Legaciones en Pekín, establecido entre 1864 y 1949, en donde los chinos no tenían permiso para residir e incluso se les denegaba la entrada.


Canódromo de Shanghái, club y centro lúdico
situado en la concesión francesa de la ciudad.


Hacia 1927, el número de españoles residentes en China se estimaba en 605. Más de la mitad eran procedentes de las islas Filipinas. Evidente, los niveles de relaciones mercantiles y comerciales eran francamente bajos. Los principales propietarios españoles de tierras e inmuebles en el Gran Dragón eran las órdenes religiosas (jesuitas, agustinos, monjas mercedarias, franciscanos y dominicos).

A finales de 1928 se firmó en Nankín -entre España y la República de China- un Tratado preliminar de Amistad y Comercio. Poco antes, en 1921, se había constituido el Partido Comunista de China.

En 1931 había diez embajadas españolas en el mundo. Además de dichas embajadas, existían 31 representaciones diplomáticas con rango de Legación. En aquel momento, el país asiático estaba controlado por los nacionalistas del Kuomintang, enfrentados a los comunistas del PCCh encabezado por Mao Zedong. Mi padre, es nombrado por Alfonso XIII y elige su primer destino antes del verano de 1931: China. Toma posesión de su cargo diplomático en Shanghái en octubre del mismo año, cuando en España se ha instaurado el Gobierno Provisional de la Segunda República.



El vicecónsul Fernando Careaga, diplomático español, llega a Shanghái en 1931 como representante de la República Española.

Acabada la Guerra Civil española, Franco reconoce a Taiwán y al gobierno de Chiang Kai-Chek. Durante veinte años el franquismo mantuvo relaciones con la República China bajo el régimen de Chiang Kai-Chek y no es hasta 1973, siendo Ministro de Asuntos Exteriores López Bravo, cuando se establecen los acuerdos necesarios con la República Popular de China para abrir embajadas en Madrid y en Pekín.

En marzo de 1973, a punto de concluirse las largas etapas de las dictaduras de Franco y Mao, se reestablecen las relaciones diplomáticas entre ambos países. Desde entonces han pasado casi 50 años, estando la actual política exterior española con China muy marcada por los acuerdos de nuestro país con la OTAN y la Unión Europea.

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