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¿CHINA ES, HA SIDO O SERÁ EL IMPERIO DEL CENTRO?

Por Rafael de Mora

Publicado el 17/05/2024


Repasemos la historia del origen del nombre de la actual China.


Foto: Río Amarillo, origen de la civilización china

Los Huáxià (华夏): los ancestros del pueblo chino.

El núcleo de la civilización china surge en el río Amarillo en torno al III-II milenio a. C. Los «chinos» de entonces se autodenominaban los Huáxià (华夏). Se suelen traducir como:

 

•         Huá (华), que significa «belleza florida»; es decir, que tiene belleza en la vestimenta y en los adornos personales.

•         Xià (夏), que significa «grandeza» (es decir, tener grandeza en las costumbres sociales, la cortesía, los modales educados y los ritos y ceremonias.

 

Así Huaxia se puede traducir como «hermosa grandeza» o como «los que visten elegantemente o los bien ataviados».

 

Como concepto histórico, Huaxia representa la autoconciencia de las primeras confederaciones de pueblos que forman parte de los ancestros del actual pueblo chino.[1]

 

La mención más antigua que existe del concepto de Huaxia se encuentra en el Zuo Zhuan, escrito antes del año 300 a. C. En él, se identifican a los Huaxia como los habitantes de los estados centrales o llanuras centrales (中原, Zhōngyuán), que vivían en el valle del río Amarillo y que pertenecían a la etnia Han.[2]

 

El gran historiador Sima Qian, afirma que «Xia» era el nombre del estado que gobernó el semi-legendario rey Yu el Grande, y que éste usó como nombre su propio apellido.[3]

 

Inicialmente, el término Huaxia definió una sociedad civilizada que era muy distinta de los pueblos cazadores-recolectores que la rodeaban.[4] La ​​identidad Huaxia surgió en los tiempos de la dinastía Zhou Oriental (1046-256 a. C.)[5] como reacción al creciente conflicto con los pueblos Rong y Di que emigraron a las tierras de la dinastía Zhou Oriental y destruyeron algunos de sus pequeños reinos.[6]

 

Los Huaxia, «los que visten elegantemente» o «los bien ataviados», remarcaban la elegancia de sus ropas como distingo de otros grupos étnicos vecinos. Lo hicieron por varios motivos. En primer lugar, porque efectivamente ellos vestían con sedas, mientras que sus vecinos lo hacían con pieles de animales; y en segundo lugar, porque los Huaxia utilizaban sus vestidos de seda especialmente para la realización de rituales y ceremonias Lǐ (礼) a los que ellos otorgaban un gran valor civilizador.[7]

 

Como se muestra en el diagrama inferior, los Huaxia vivían en la llanura central del río Amarillo rodeados en los cuatro puntos cardinales por pueblos hostiles, básicamente guerreros y cazadores, mientras que los Huaxia eran un pueblo sedentario que se dedicaba principalmente a la agricultura y a la ganadería.



Los Huaxia se referían a sus vecinos como ‘barbaros’ en el doble sentido del término: por ser extranjeros y por su bajo nivel civilizatorio, y no porque los Huaxia se considerarán superiores desde un punto de vista racial o religioso.

 

Durante los Estados Combatientes (475-221 a. C.), la autoconciencia de la identidad Huaxia se desarrolló y se afianzó en la antigua China, llegando hasta la actualidad.

 

Zhōngguó (中国, «Reino o País del Medio/Centro»).

La aparición más temprana de este término se encuentra en una vasija de bronce (que data de 1038- c. 1000 a. C.) durante el período temprano de la dinastía Zhou occidental (1046-771 a. C.). La frase «Zhōngguó» se volvió de uso común en el período de los Estados Combatientes (475-221 a. C.), haciendo referencia a los Estados centrales, es decir, los Estados del Valle del Río Amarillo de la era de la dinastía Zhou, a diferencia de los reinos tribales que vivían en su periferia.[8]

 

Más tarde, los chinos llamaron a su país en función de la dinastía reinante: «el país de los Han», «el país de los Tang», «Gran Ming» y «Gran Qing», siendo ésta última dinastía (la manchú dinastía Qing) la que finalizó la etapa dinástica de China.

 

Desde la dinastía Qin (221 a. C. - 206 a. C.) hasta la Ming (1368 y 1644), los literatos hablaron de Zhōngguó «Reino o País del Centro» como lugar o territorio histórico haciendo referencia a su propia cultura.

 

El término Zhōngguó apareció en un documento legal internacional formal por primera vez durante la dinastía Qing (1644-1912), en el Tratado de Nerchinsk de 1689.

 

El nombre inglés ‘China’ fue tomado del portugués durante el siglo XVI y así pasó a Occidente. El nombre puede provenir del sánscrito ‘Cina’ (derivado del nombre de la dinastía china Qin, pronunciado ‘Chin’) que los persas tradujeron como ‘Cin’ y parece haberse popularizado a través del comercio a lo largo de la Ruta de la Seda.

 

Como se observa, los términos Huáxià y Zhōngguó no están relacionados con ningún tipo de supremacismo étnico, racial o religioso: simplemente, son descriptivos del origen geográfico del pueblo chino.

 

En la actualidad

Los nombres chinos oficiales, tanto de la República Popular de China (RPC) como de la República de China (ROC), utilizan el término Huáxià (华夏, hermosa grandeza), en combinación con el término Zhōngguó (中国, Reino o País del Centro).



El nombre oficial de Taiwán es 中华民国, Zhōnghuá mínguó. Se destaca en negrita y en rojo los caracteres Zhōnghuá (中华, Reino del Centro de los Huaxia).

 

El nombre chino oficial de la República Popular China es 中华人民共和国, Zhōnghuá Rénmín Gònghéguó.

 

Obsérvese cómo el carácter  (Huá) se está usando como abreviatura de Huá Xià (夏) en combinación con la abreviatura del término Zhōngguó (国), traducido como ‘Reino del Medio o del Centro de los Huaxia’), es decir, Zhōnghuá ().

 

China y Taiwán reconocen su origen real en la primigenia civilización Huaxia y ambos se consideran a su vez ‘el país del centro’. A fin de cuentas, los Huaxia son los antecedentes de los Han, etnia mayoritaria de toda China incluyendo la isla de Taiwán.

 

Sobre el ‘Imperio chino’.

Como se ha explicado, China se ha autodenominado ‘el país del Centro’, pero nunca lo ha hecho como un imperio. No obstante, los líderes de las respectivas dinastías se han llamado a sí mismos con el término Emperador. El origen de esta tradición lo encontramos en la figura de Qin Shi Huang (秦始皇, Qín Shǐhuáng), primer Emperador de China. Cuando el soberano del reino de Qin (Qin Shi Huang) conquistó los otros seis reinos que componían la China de entonces, asumió el título inventado de ‘Emperador’ (Huángdì 皇帝), emulando al mítico Emperador Amarillo (figura central de la cosmología china), a modo de rey de reyes, costumbre que fue continuada por todos los monarcas predecesores de todas las dinastías.

 

Más allá de las polémicas existentes entre las definiciones de ‘imperios buenos’ (los civilizatorios) e ‘imperios malos’ (los que se dedican al latrocinio indiscriminado), todos ellos se caracterizan por sustraer las riquezas de las colonias para enriquecer a la metrópoli del imperio y por imponer la propia cultura a los habitantes de las tierras conquistadas, perdiendo éstos no sólo la soberanía de sus tierras, sino también su propia cultura e identidad. Igualmente, hay una clara distinción legal entre los habitantes de la metrópoli y los de las colonias, que son considerados ciudadanos de segunda categoría. Aunque siempre hay excepciones, como fueron el Imperio mongol, el Imperio persa y, en cierto modo, el Imperio español. Otra característica generalizada del imperialismo es su íntima relación con la esclavitud. Una vez más, sigue habiendo excepciones, como la del Imperio español, aunque la mayor parte de los imperios europeos fueron extremadamente esclavistas, siendo el tráfico de esclavos una parte fundamental de su economía.

 

Los defensores del imperialismo sostienen que la Metrópoli compensa a las colonias a través de la cesión de una lengua, cultura y sociedad más desarrolladas que las autóctonas. Cuestión siempre discutible en función de cada caso particular. Lo que parece evidente es que a los pueblos colonizados no se les ha dado la posibilidad de elegir.

 

Nada de esto ha pasado jamás en la larguísima historia de China. China, como la totalidad de las naciones del planeta, ha tenido conflictos armados con sus vecinos y sus fronteras se han ido modificando con el discurrir de la historia. No obstante, China nunca ha tenido la pretensión propia de los imperios talasocráticos; es decir, desde siempre ha rechazado el colonialismo, tanto militar como económico, así como el expansionismo.

 

 

Conclusiones

China, para los chinos, es Zhōngguó (中国, el Reino o País del Centro), como consecuencia de su grupo originario (los Huaxia), que vivían en las regiones centrales del Valle del Río Amarillo y por los hostiles vecinos que les rodeaban desde los cuatro puntos cardinales. Esta realidad histórica no tiene nada que ver con ningún tipo de excepcionalismo chino y con ningún complejo chino-céntrico del que frecuentemente se les acusa desde occidente. Como se ha mostrado, la abreviatura del ‘País del Centro’ también figura en el nombre oficial de Taiwán. No obstante, desde occidente no se acusa a sus autoridades locales de pretender ser el ‘Imperio del Centro’, como sí se hace recurrentemente con la República Popular de China.

 

A pesar de que China sufrió las calamidades del imperialismo británico, primero, y después, de la mayor parte de potencias extranjeras del momento, China nunca ha buscado devolver el golpe pagando con la misma moneda.

 

También resulta llamativa la inexistencia de tráfico de esclavos en China, en comparación con la mayoría de los imperios, que sustentaban su economía en la esclavitud, en las conquistas territoriales, el latrocinio y en el comercio desigual.

 

China no ha sido, ni es, ni será un imperio. No hay afán expansionista y aún menos de influencia política, que es la vía suave del dominio exterior de los países. Y, todo ello, es porque China no tiene el afán devorador de otras culturas y territorios, que tan notoriamente han personificado los grandes imperios de occidente, pasados y actuales. China no pretende la hegemonía ni local ni global, por mucho que sorprenda a los analistas occidentales.

 

Es llamativo que los actuales imperios occidentales (ahora encubiertos en formato de democracias liberales) sean los mismos que acusan, sin ninguna base, a China de tener las intenciones que ellos mismos practicaron y practican a diario sin el menor sonrojo.

 

China no es un país a temer: ‘El Imperio chino’, ‘El Gigante asiático’, etc., es una civilización a conocer. ¡Ojalá! que abandonemos las falsas narrativas que nos llegan desde el exterior y nos dediquemos únicamente a conocernos mutuamente. Sólo de nosotros depende.



[1]  Guo Shirong; Feng, Lisheng (1997). "Minorías chinas". En Selin, Helaine (ed.). Enciclopedia de historia de la ciencia, la tecnología y la medicina en culturas no occidentales. Dordrecht: Kluwer. pág. 197.ISBN​ 978-0-792-34066-9. Durante los Estados Combatientes (475-221 a. C.), se desarrolló el feudalismo y la nacionalidad Huaxia surgió de las nacionalidades Xia, Shang y Zhou en el curso medio y superior del río Amarillo. Los Han evolucionaron a partir de los Huaxia.

[2] No confundir la etnia Han (una de las 56 etnias que actualmente conviven en China), con la dinastía Han (206 a. C. hasta el 220 d. C.) dinastía que tomó su nombre de la propia etnia Han por ser ésta la mayoritaria (entonces y ahora) en China.

[3] Discusión de Sima Qian sobre "Anales de Xia" en Registros del gran historiador: 禹爲姒姓,其後分封用國爲姓.

[4] Holcombe, Charles (2010). Una historia del este de Asia: desde los orígenes de la civilización hasta el siglo XXI. Prensa de la Universidad de Cambridge. pág. 7. ISBN​ 978-0-521-73164-5. Inicialmente, Huaxia parece haber sido un marcador cultural algo elástico, que no se refería ni a raza ni etnia ni a ningún país en particular, sino más bien a poblaciones agrícolas "civilizadas", asentadas, alfabetizadas y que se adherían a estándares rituales comunes, en contraste con los "bárbaros".

[5] La dinastía Zhou Oriental (1046 y 256 a. C.) es la tercera dinastía de la historia de China.

[6] Wu, Xiaolong (2017). Cultura material, poder e identidad en la antigua China. Prensa de la Universidad de Cambridge. págs. 13-14. ISBN 978-1-107-13402-7.

[7] Lǐ (礼) comúnmente traducido como “ritos/ceremonias”, es un sistema de normas que determina cómo debe actuar una persona para estar en armonía con la ley del Cielo. La cuestión de los ritos/ceremonias es un tema nuclear del Confucionismo y como tal ha sido un eje vertebrador de la civilización china durante milenios.

[8] Fue así como la antigua China fue creciendo desde su núcleo fundacional hacia la periferia, hasta llegar a sus fronteras actuales.

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