China entreabre sus puertas: por qué la apertura de visados puede revolucionar todo
Publicado el 22/02/2024
Publicado por Julio Ceballos* el 12/02/2024 en El Confidencial
El pasado 24 de noviembre, la Embajada china en España notificaba la exención temporal de visado para los portadores de pasaporte ordinario español que viajen a China por motivos de negocio, turismo, visita familiar o tránsito por un período que no exceda 15 días. Otro tanto beneficiaba también a los portadores de pasaporte francés, alemán, italiano, holandés y malayo. Esta nueva normativa cogía por sorpresa a muchos de cuantos, acostumbrados a viajar con frecuencia a China hasta la pandemia, llevaban años sin pisar suelo chino, reunirse cara a cara con sus socios comerciales del gigante asiático, visitar ferias o, en fin, a quienes, desde hace cuatro años, no le tomaban el pulso a un mercado de consumo que promete ser el de mayor potencial futuro.
La nueva política de visados ha sido acogida con alegría y alivio por la comunidad de empresarios que hacemos negocio regular con China pues, precisamente, quien allí ha regresado en los últimos dos años, ha encontrado un país bastante distinto al que conoció en 2019. Aunque volver a China siempre es regresar a otro lugar, tras la reapertura del país en 2023, una de las muchas sorpresas que aguardaban al visitante —en tránsito por aeropuertos, acudiendo a ferias, visitando lugares turísticos emblemáticos o recorriendo las calles de sus principales ciudades— ha sido la escasísima presencia de extranjeros, especialmente de occidentales. Esa escasez de visitantes extranjeros explica, en buena parte, la reciente flexibilización en la normativa de visados.
Pero ¿dónde están los extranjeros? De las 1.420 millones de almas que habitan China, tan solo alrededor de 1 millón (es decir, menos del 0,1%) son inmigrantes. Incluso en países de su área geográfica y tradicionalmente poco receptivos a la inmigración (2% en Japón o 3% en Corea del Sur), la proporción de extranjeros es mayor que en China. Dada su gran población y economía "en desarrollo", China nunca se ha percibido a sí misma como un destino de inmigración.
La pirámide china
Con una pirámide de población muy envejecida y una tasa de fertilidad cada vez más baja, la población activa china mengua rápidamente y su futuro depende de que menos gente genere la misma o más riqueza. A su vez, el aumento de esa productividad depende de la innovación y, es en este punto, es donde el talento importado juega un papel clave. Existe una disparidad significativa entre el estatus de potencia global que ya tiene China y la cantidad de extranjeros que residen en su territorio. La Historia nos enseña que las sociedades multiculturales y cosmopolitas —donde conviven personas con diferentes formas de ver el mundo— son las que evolucionan más rápido, en las que más se acelera la innovación, la creación artística y la generación de riqueza.
Existe una relación directa y probada entre inmigración y comercio, inversión e innovación en el país de acogida correspondiente. Por ello, las comunidades de emigrados a China —hombres de negocio extranjeros, diplomáticos, periodistas internacionales, estudiantes de intercambio o chinos de ultramar— tienen una influencia decisiva sobre la sociedad china.
A través de la integración de estos huéspedes en la sociedad local, China reconfigura su relación con el resto del planeta. Los inmigrantes no solo aportan al país que les acoge habilidades y conocimientos, sino que inspiran el emprendimiento de nuevos modelos de negocio. No es casual que el 40% de todos los premios Nobel científicos hayan recaído en manos de inmigrantes, que algunas de las multinacionales más exitosas de las últimas décadas (Tesla, Apple, Google, LinkedIn, AirBNB, etc.) hayan sido puestas en marcha por inmigrantes o que casi la mitad de las actuales 500 mayores empresas estadounidenses por volumen de ventas (Fortune 500) hayan sido fundadas por gente que no nació en el país o por sus hijos.
El contrafactual también opera así: las sociedades que reciben menos influencias exteriores, se empobrecen. Los chinos tienen un conocimiento autobiográfico de la factura que aislarse del mundo ha pasado en su Historia. De manera infalible, cada vez que China se ha cerrado sobre sí misma y aislado del mundo, el país se ha empobrecido.
Pese a ello, desde el año 2010 al 2020, la cantidad de extranjeros —especialmente los procedentes de países desarrollados— residiendo permanentemente en China se redujo en casi un tercio. Los durísimos confinamientos padecidos en 2022 y el recrudecimiento de las tensiones geopolíticas entre China y Occidente ha espoleado ese éxodo de extranjeros.
Pekín sabe que China no podrá mantener su ritmo de crecimiento, ni proyectarse de manera amable al mundo, ni ser comprendida, ni aspirar a superpotencia global o liderar el siglo XXI si no se convierte en el lugar donde el talento del mundo aspire a vivir. Es una cuestión de Estado. Por ello, el capital de conocimiento y experiencia de esos cientos de miles de inmigrantes que, tras lustros y décadas viviendo en China, se marchan para no volver representa una pérdida de valor incalculable.
Se necesitan dos décadas para formar a un sinólogo: en ese éxodo de extranjeros China no solo pierde amigos, experiencia y oportunidades comerciales, sino toda una ventana al mundo y a quienes mejor pueden ayudarles a interpretarlo. Esos extranjeros son un auténtico repositorio de saber hacer chinesco, de contactos, buenas prácticas, usos y costumbres locales.
"Desacoplamiento entre pueblos"
Hace apenas medio año, Borrell advertía a China del riesgo de "desacoplamiento entre pueblos" que amplifica la desconfianza mutua: "Si los intercambios humanos no aumentan, será difícil restablecer la confianza entre China y la UE". La última encuesta publicada por el Pew Institute (Julio 2023) así lo demuestra. Dos tercios de los encuestados en 24 países del mundo sienten animadversión hacia China. Recibir a más extranjeros servirá de puente de conocimiento mutuo y de lubricante que evite futuras fricciones. Además de una herramienta de soft power y pieza programática clave en la política exterior de Pekín, los intercambios persona-persona entre China y el mundo son indispensables porque acercan la realidad pedestre china a la opinión pública internacional. Pekín ha tomado nota y ha comprendido que no reabrirse al mundo solo alimenta una visión internacional más antichina.
El impacto de la reciente exención de visado no se ha hecho esperar. En solo un mes, desde que se aprobó la execión del visado, el número de visitantes de los países europeos beneficiados por la exención de visado ha aumentado en casi un 30% en comparación con el mes anterior. Aunque formalmente la normativa es temporal (y se plantea como una "prueba piloto" de solo 12 meses de duración), la exención de visados desenrolla la alfombra roja para los visitantes de ese puñado de países, animándoles a visitar China.
Todo esto resulta un paso significativo hacia el fortalecimiento de los lazos económicos, comerciales y culturales entre China y algunos países, pero la medida tiene un alcance mucho mayor y puede representar un cambio sustancial en el modo en que China se relaciona con algunos de sus socios comerciales y geopolíticos, pues facilita los intercambios persona-persona y ayuda a mejorar la percepción que se tiene de China en el mundo.
Además, la medida forma parte de todo un plan para reactivar una economía, un comercio exterior y la atracción de una inversión directa extranjera que siguen lastradas por tres años de aislamiento internacional y controles antipandémicos. Esta concesión de visado a la llegada, sin trámites previos, coincide con la reactivación de conexiones aéreas intercontinentales que, aún, siguen sin representar más del 25% de frecuencias aéreas previas a la pandemia de coronavirus.
Fomentar la cantidad y la variedad de extranjeros visitantes a China —incluidos hombres de negocio, empresarios y chinos de ultramar—, redunda en una China más abierta al mundo. Ninguna potencia autárquica ha liderado nunca el mundo. Es imposible, por definición. Cualquier aislacionismo introspectivo trabaja en dirección contraria a los atributos que componen a una nación líder.
Por ello, las interacciones diarias persona-persona, entre extranjeros y locales, influyen significativamente en el número de extranjeros que optan por residir en China durante un plazo largo de tiempo y ayudan a moldear la manera en que la sociedad china y sus élites perciben a la comunidad internacional. Además, estos contactos desempeñan un papel decisivo en la configuración de la relación de China con el resto del mundo, particularmente con las naciones desarrolladas, contribuyendo a resolver las tensiones existentes y a evitar la escalada de nuevos conflictos futuros. En los años venideros van a hacer falta muchos de esos "puentes", zonas de frenado y espacios de encuentro.
-Este artículo ha sido publicado en El Confidencial. Puedes consultar el original aquí.
*Nota: Las ideas contenidas en las publicaciones de Cátedra China o de terceros son responsabilidad de sus autores, sin que reflejen necesariamente el pensamiento de esta Asociación.
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